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El origen de Las Tablas de Icod de los Vinos

Típica estampa del monte Teide desde el municipio de Icod de los Vinos, en la que se ve claramente el terreno inclinado característico del lugar.

Lo primero que hay que decir es que esta tradición no tiene en absoluto ningún origen religioso. El apellido de "San Andrés" es una vulgaridad que procede del día en que se celebra, del onomástico del calendario nada más. La gran cultura religiosa impuesta en este país desde siempre hace que a la mayoría de las fiestas y tradiciones se las haya denominado con el nombre del Santoral. Por esa cultura y la costumbre de imponerla en todo se han asociado, y convertido también cuando ha sido posible, todas las tradiciones populares en celebraciones religiosas. Ha sido una forma de actuar adquirida a la fuerza por la propia población para someter todo a la Iglesia. De ahí entonces el sentido de esta denominación, el de vincular la tradición a la religión y de paso ubicarla en el calendario, como todo lo demás: "¿Cuándo se celebran Las Tablas? Por San Andrés", se debía comentar en la calle, en lugar de decir "el 30 de noviembre". Nombrar "Las Tablas de San Andrés" en el lenguaje de entonces era y es lo mismo que decir "Las Tablas del 30 de noviembre", y nada más.

Para someter a la gente hay que dominar su forma de pensar. Dirigir el origen de toda su cultura es lo principal. Las tradiciones populares y las costumbres son el eje fundamental en este sentido. Todas traen consigo un gran legado acerca de su pueblo, surgieron por algún motivo importante para la comunidad. En los lugares sometidos a la Iglesia las costumbres debían pasar a un segundo plano y quedar sometidas siempre a una celebración religiosa, para someterlas a la Iglesia igual que a las personas. Así dejaban de tener nada que ver ya con su verdadero origen, perdían su sentido real y el motivo de todo pasaba a ser solamente el servir al Vaticano. Aún ocurre, y el modo de hacerlo es lo de menos. Incluso a veces la Iglesia o la gente, subyugada, inventan sin recato historias absurdas para atribuírles a la fuerza un origen "santo" a tradiciones como ésta, un origen que tenga que ver con lo divino. El cuento o la historia divina se encaja de cualquier manera. Cualquier cuento donde intervengan por ejemplo personajes como santos o ángeles, algo sobrenatural o infantiloide, que resulte fácil de recordar, de modo que de boca en boca vaya arraigando, sobre todo entre los niños y jóvenes, para así asegurar que la gente lo adquiere cuanto antes y lo incorpora a su cultura. Así se asegura la pervivencia del motivo religioso en la tradición del lugar y el arraigo de la actitud religiosa entre toda la población, su subyugación a la Iglesia en todos los ámbitos, olvidando el significado que todo tiene en realidad. De este modo se desprecia enseguida el origen real de la costumbre y queda en el olvido. Se desprecia a la gente y se adiestra a la gente en despreciarse y olvidarse de sí misma, y queda sometida sin origen ni rumbo, desorientada, a las imposiciones del clero. Estas vinculaciones religiosas desvirtúan todos los pueblos y los hacen desaparecer a consciencia de este modo, a base de dominar la mentalidad y el futuro de toda la población, pues desde esta cultura, desde su historia, es desde donde parten todas las decisiones populares, toda su autonomía.

Sobre Las Tablas de Icod había algún cuento vulgar inventado así que no es cuestión de repetir aquí por no contribuir más a estas tonterías y que hasta la aparición de esta página web, aunque parezca increíble, era lo único que nombraba la mayoría de la gente de Icod de los Vinos acerca del origen de esta fiesta. Y aún peor, lo único que nombraban los niños. Ha sido así durante muchas décadas. Es algo realmente triste y denigrante que con esta página y la aceptación de la gente se ha ayudado a contrarrestar. Parece que definitivamente. Igual que la mayoría, la tradición de Las Tablas es fruto de una costumbre que no tiene absolutamente nada relacionado con la Iglesia ni con la religión, hay que insistir. Trae un gran legado que debe reconocerse, recuperarse y protegerse, porque describen quiénes somos y de dónde venimos. Es importante ser conscientes de ello para que el municipio no pierda su identidad ni sus orígenes, ni se presente ni se entienda el pueblo como un vulgar y enorme convento poblado por monjes y monjas ignorantes acerca de todo, desorientados e incapaces de intervenir en nada.

Foto antigua de origen indeterminado de un tablón con ocho personas.

Entonces, dicho esto, incluir en el programa oficial de la celebración misas o actos religiosos de cualquier tipo para conmemorar esta fiesta popular es, sencillamente, absurdo. No tiene ningún sentido porque no tiene nada que ver con la celebración. No se puede entender más que como un gesto que da a la fiesta un significado religioso que no tiene por ningún sitio, que le atribuye en mayor o menor medida un significado religioso, y erróneo, a la cultura de la localidad. Y con lo que sólo se contribuye a mantener el yugo de la Iglesia sobre todo el mundo. Sólo se consigue degenerar así la tradición y generar confusión, ignorancia e infantilismo entre la población. Aunque los actos religiosos se mantengan por parte de la Administración, la gente debe entender y tener claro de una vez que no tienen sentido, que no son más que por imposición, por obligación de los Ayuntamientos para con los estamentos superiores. La gente debe entender que con esos gestos no se trabaja para nosotros sino para la Iglesia. Que se trata de un gesto que las instituciones públicas sostienen ante esa organización religiosa como una muestra más de subyugación, como ejemplo para todo el pueblo. En el caso de Canarias, para seguir reconociendo a la Iglesia su dominio sobre estas tierras y su población desde que las colonizó en el siglo XV.

Así que lo propio, lo que debería decir cualquier ciudadano de Icod de los Vinos que se precie es “Las Tablas de Icod de los Vinos”. Debería empezar y acostumbrarse a hablar así ya cualquier vecino de Icod que tenga respeto por sí mismo, por su ciudad y por su gente, por sus antepasados y sus orígenes. Es una forma de actuar consciente, de ser partícipes y dueños de nuestro propio pueblo, protectores de nuestra identidad. Un gesto tan sencillo como importante, el mejor ejemplo para defender esta tradición, para separarla definitivamente de la Iglesia y de la vulgaridad de sus imposiciones. Las Tablas son una costumbre callejera, la tradición y la fiesta más importante y representativa del municipio y una de las más importantes del mundo, y si el pueblo no ha tenido consciencia hasta ahora sobre esto, si no se ha valorado hasta ahora como debería, es porque se les ha arrebatado la consciencia sobre su significado. Se les ha enseñado que despreciarse a sí mismos y sus orígenes es la forma correcta de comportarse, y así lo han hecho. Por eso esta tradición estaba tan abandonada.

Foto antigua de origen indeterminado de un grupo de gente disfrutando de la tradición en lo que parece ser la calle de San Antonio.

Por ahora el boca a boca le sigue dando ese apellido. La gente incluso dice "San Andrés" para referirse de forma abreviada a Las Tablas, al arrastrarse, y también a toda la fiesta. Dicen "San Andres es esto o aquello". Es normal, por todo lo explicado. Cuando deberían decir "Las Tablas son esto o aquello". Y en lugar de decir "En San Andrés se hace esto o aquello", debería decirse "cuando Las Tablas" o "cuando hay tablas", o "cuando son Las Tablas", o "en los días de Las Tablas"... frases de ese tipo, porque es como tiene sentido. Es cuestión de que la gente, sobre todo los más pequeños, vayan entendiendo el sentido de la fiesta y le vayan corrigiendo el nombre desde ya, por interpretar y vivir la cultura de su entorno correctamente, con su verdadero sentido. Por identificarse con sus orígenes y vivir realmente conectados a ellos y no desorientados. Y sobre todo por no desorientar a los demás, por no mostrar un mensaje confuso que dé pie a otros a emborronar la tradición, a consciencia o no, con ideas religiosas. Da igual cómo llamen a la tradición las instituciones o la prensa. Es fundamental entender que es una fiesta del pueblo y de nadie más, que tiene mucho significado y que éste se lo da el propio pueblo, que implica a cada uno de sus habitantes, que nace de ellos. No es de la Iglesia ni de ninguna institución. Es una fiesta de la gente, de la calle, que ha surgido, como se explica a continuación, como fruto del esfuerzo de las personas, de su capacidad para salir adelante por sí mismas. Ése es el gran valor que tiene y que siempre se ha querido dominar y anular, anular a la gente. Sobre todo los niños y jóvenes deben asumir esto e impedir que se siga deteriorando de esta manera. Tienen que esforzarse por recuperarla, defenderla y mantenerla en todos sus ámbitos, porque es defenderse a sí mismos y a los que vengan después, a su municipio. Y los mayores deben asumirlo también y contribuir igual a corregir todo esto dando ejemplo, actuando con madurez.

Unos padres con su niña pequeña arrastrándose en la calle de San Antonio, una de las más representativas, inclinadas y largas de todo el municipio.

Sobre el origen de Las Tablas de Icod de los Vinos, hasta ahora se ha venido vinculando en torno a la elaboración del vino en la comarca. Es una narración un tanto más creíble que los cuentos religiosos. Pero observando un poco se entiende enseguida que el asunto de los bodegueros tampoco se puede considerar como el origen de la fiesta. Que no es más que otra forma interesada de aprovechar la historia para hacer negocio, otro pegote puesto ahí más o menos del estilo de los cuentos religiosos que se ha difundido por intereses económicos. Aunque es una forma menos reprochable de narrar el pasado, no tan perjudicial como una historieta religiosa, es también un cuento añadido que se podría decir incompleto y que puede contribuir a generar confusión y ser perjudicial en este tema. Y esto no quita que los vinos de aquí sean buenos, pero no parece que vaya de vinos el asunto del origen de esta fiesta en realidad.

No habiendo casi nada sobre el origen de Las Tablas disponible al público cuando esta página empezó allá por los años 2007 y 2008, se ha venido difundiendo el argumento de las bodegas de vino aquí también por cuestiones de promocionar la fiesta con lo que había, sin tiempo para desarrollar nada más. Esta asociación ha venido siendo así narrada en esta web también con el texto que se cita a continuación, que hasta ha sido citado (o incluso usado completo sin permiso) y difundido en contenidos elaborados por terceros, a veces hasta atribuyendo por error su autoría a algún personaje que nada tiene que ver con esta página:

Corza utilizada para el transporte de toneles

Respecto a la tradición vitivinícola del lugar, con la conquista se extendió el cultivo de la vid por las Islas Canarias. En poco tiempo sus vinos fueron considerados de calidad y el Archipiélago se convirtió enseguida en exportador hacia los continentes americano y europeo. Tenerife llegó a ser la principal productora de vino de Canarias, teniendo su apogeo durante el siglo XVII.

Se dice que los bodegueros tenían por costumbre llevar los toneles vacíos desde las bodegas en las zonas altas hasta la playa, para su limpieza con agua salada, lo que les resultaba útil para eliminar los ácidos del interior, antes de introducir en ellos el mosto fermentado. Al no existir medios de transporte adecuados, los toneles se llevaban cuesta abajo como bien se podía, ya fuese rodando o sobre unas tablas. De este modo las maderas se deslizaban camino del mar con las barricas encima, protegiéndolas así de los golpes contra el suelo en el recorrido.

Es fácil pensar que muchos de los que participaban en esta costumbre viesen en este sistema de transporte un medio de diversión. Y así quizás los más jóvenes se deslizaban también ellos mismos sobre las tablas donde se llevaban los toneles, o sobre las suyas propias, tomándose de esta manera la tradición de la limpieza de los barriles como un emocionante día de jolgorio. Con el paso del tiempo los transportes mejorarían y probablemente las barricas fueron transportadas poco a poco y más a menudo usando otros medios más modernos. Pero, mientas, el bajar las cuestas sobre tablas, acompañando los toneles en su camino hasta la playa, con seguridad fue una fiesta popular que se incorporó a la tradición original repetida siempre por la misma fecha.


Este cuento a la gente le gustó y se lo creyó, pero fue elaborado aquí en torno a lo poquísimo que había disponible. Aún habiendo comprendido luego que no era éste el asunto que había que señalar como principal se dejó así por lo dicho, por ser el menos malo y no tener tiempo disponible. Pero el origen no está en las bodegas.

El verdadero origen de esta tradición es más sencillo y se puede entender fácilmente conociendo las características geográficas del municipio y de la isla. Es esta simple cuestión la que da la versión correcta.

Tenerife es una isla con un gran desnivel. Desde las cumbres del volcán Teide -con 3.718 metros de altura- es lógico encontrar pendientes de todos los niveles en el recorrido hasta la orilla del mar. Esta orografía, con grandes cuestas, y como en tantos otros municipios de la isla, es la típica de Icod de los Vinos.

En la imagen superior, una corza transportando mercancías por la calle de San Agustín. En la inferior otra usada para transportar personas.

Icod abarca zonas de monte y de playa en sus 96 kilómetros cuadrados de superficie. Esto provoca que existan forzosamente importantes inclinaciones. En esta localidad, como en muchas otras (sobre todo en la zona norte de la isla), hay calles inclinadas (muy inclinadas algunas). Y alguna de estas calles además tienen una gran longitud. Antiguamente había una ruta ininterrumpida que alcanzaba desde el monte hasta la misma playa, un camino que con el tiempo se ha visto dividido por otras vías.

Sea para la aplicación que sea, el origen de Las Tablas de Icod de los Vinos es el arrastre mismo de la madera para todo tipo de trabajos, su deslizamiento cuesta abajo por esas rutas. Está relacionado con el uso de la madera para la construcción del pueblo, de sus edificaciones, e incluso de barcos en lo que hoy se conoce como Playa de San Marcos. Tal y como se cuenta en la sección La ruta de las tablas con un mapa interactivo, existía un recorrido ininterrumpido donde se dice que se originó esta tradición haciendo deslizar los troncos de pino desde donde se talaban. Ese camino nacía en el monte y se podía seguir por ahí hasta el aserradero que había en Icod, y también hasta la costa. Hay también un artículo en esta web, titulado La fábrica de barcos de guerra en Icod que nunca fue, que habla de la industria maderera de la época aplicada en la construcción de barcos en el entorno de la playa.

Hasta hoy, ésta es la versión más aceptada y correcta sobre el origen de Las Tablas de Icod de los Vinos, incluso acreditada por algún estudio realizado. Todo lo demás son asociaciones que se hacen a partir de esta costumbre con otros aspectos, vinculaciones referidas a la aplicación de la madera en el desarrollo del pueblo, en su industria, su agricultura o cualquier otro ámbito, pues la madera era la materia prima básica para todo tipo de cuestiones.

Imagen tomada desde las afueras del municipio en la que se observa más ampliamente la inclinación del terreno desde los montes de pino al pie de la montaña.

En definitiva, esta tradición gira en torno a la madera, básicamente en torno a su traslado para su uso en la construcción y la industria, y también a su empleo como medio de transporte para todo, no sólo de los barriles para el vino. A falta de motores de combustión, antes se optaba por deslizar de todo sobre madera, tanto en terrenos inclinados como llanos, incluído en el transporte de personas. Era común encontrarse con las llamadas corzas o narrias, unos carros de madera sin ruedas, como cajas o tablas rasas, donde se ponía la carga y que eran tirados por animales. Y no sólo en Icod sino también en otros municipios de la isla. Existen imágenes de esto como las mostradas aquí, ambas de origen indeterminado, en las que se puede ver una corsa por la calle de San Agustín, en Icod de los Vinos (arriba) y otra en Puerto de la Cruz.

(Actualizado en noviembre de 2017).

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